9.Las mulas toman el control

9.1.06


Tardé cinco minutos en serenarme lo suficiente como para comunicarme en un lenguaje aceptable.
--- ¡Cabo Sadosky! --- Grité.
--- ¡Si señor! ---
--- Me pregunto como es que un gordo inepto como usted sabe tanto acerca del funcionamiento de los androides ---.
Sadosky me miró con una fugaz expresión dolida. --- Es muy simple, señor. Recibí un curso acelerado de biomecánica animal antes de enrolarme en el ejército, señor. ---
--- ¿Y por qué diablos no lo mencionó antes, Cabo?. Acaso no se ha percatado de las dificultades que hemos tenido desde que emprendimos la marcha? ---
--- Pero se lo dije, Sargento. Y se lo repetí en el informe semanal, antes del desembarco en Bay Ketina. ¿No lo recuerda? ---
--- ¿Recordar qué?---
--- Le di un informe detallado de mi entrenamiento ---
--- Mire Cabo...
--- Con todo respeto, señor, tal vez no lo recuerda porque estuvo todo el tiempo interrumpiéndome con sus tontas bromas acerca de mi gordura ---
--- Cabo, no le voy a permitir...
--- Yo sé que no le caigo en gracia. Usted siempre me mira torcido o anda burlándose a mis espaldas. ¡Ni siquiera escuchó mi informe! ---
--- ¡Por supuesto que lo escuché!... Bien...Dejemos este tema ¿quiere? Hay cosas más urgentes. ¿Se le ocurre alguna idea para solucionar el problema? ¿ Cree que las mulas pueden activarse de nuevo o no? ---
Sadosky suspiró y se quedó pensando un momento. ---Si, creo que si. Existe una manera, pero es muy peligrosa. Ahora, si me presta atención se lo diré; en el interior de la mula de alimentación eléctrica central (a la que usted le voló la cabeza) se aloja un pequeño circuito protegido por un cilindro metálico de color rojo cobrizo, en la cara interna de dicho cilindro está el código de habilitación de emergencia. Pero es mi deber advertirle, señor, que una vez activado el código todas las mulas entrarán en fase de ataque, y eso significa que se volverán aún más tercas e ingobernables que hasta ahora ---
El Cabo era propenso a entusiasmarse con detalles técnicos así que le ahorré el trabajo. ---Es suficiente, Sadosky. Su parloteo me está provocando migraña. Encárguese del asunto cuanto antes. Debemos atravesar estas montañas cueste lo que cueste ---
--- Pero...
--- ¡Le he dado una orden, Cabo! ---
Sadosky se alejó bamboleándose y farfullando por lo bajo. Ya tendría tiempo para ajustar cuentas con ese gordo cretino. Por lo pronto, encendí un cancerillo y me otorgué unos minutos de calma. El acceso de rabia estaba aminorando pero todavía me palpitaban las sienes como si acabara de salir de una sesión de electrochoques. Si a la maquinaria Neurón 27 se le ocurría volver a desarreglarse me vería en serios problemas. Caminé hacia la sombra de unas grandes rocas y me escabullí lejos de las miradas del batallón para llorar un poco. Debía desahogarme, respirar profundo y recuperar la perspectiva. Elevé mis ojos al cielo y pronuncié una plegaria; Querido Bush, te prometo que si me ayudas a cumplir con éxito la misión voy a dejar de consumir nitrocelulosa para siempre. Es un pedido simple de un hombre agobiado. Si me estás escuchando, por favor, Oh Santísimo Padre, dame al menos una señal...
Y entonces empezaron a sonar las sirenas.
O mejor dicho, el trompetazo apocalíptico del ángel exterminador. Un ulular rugiente que parecía quebrar montañas y tímpanos por igual. Sentí pánico, el ruido era tan infernal que pensé que todo el planeta estaba a punto de ser bombardeado.
Desde el otro lado de las rocas se escucharon algunos disparos seguidos de gritos, y luego el sonido de las sirenas empezó a menguar en oleadas.
Paralizado como estaba, me pregunté que demonios estaría sucediendo más allá de mi escondite. Transcurrieron unos minutos de silencio en donde solo logré oír mi corazón galopando como un caballo enloquecido. De repente, una voz familiar llenó el silencio y yo entendí con pesar que nuestra gloriosa misión se había ido definitivamente al cuerno.
--- Salga con las manos en alto, Sargento. El ejército independiente Mula-Militar ha tomado el control de la situación. Desde éste momento usted y sus hombres son considerados prisioneros de guerra y cualquier intento de insurrección será castigado con la muerte.
Repito. Usted y sus hombres son nuestros prisioneros.
No me obligue a tomar medidas más drásticas ---

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